¡¡Se armó el Belén!!

El jueves pasado vinieron mis sobrinos Fernando de 3 años y 8 meses y Alejandro de 1 año y 3 meses. Yo, que estuve el sábado 3 en mi pueblo, Fuentes de Andalucía, para recoger todos los adornos navideños, estaba nerviosa preparando las duras jornadas que me esperaban engalanando la casa con la ayuda de mi sobrino mayor. Temblaba de emoción y miedo por lo que pudiéramos liar. Y digo pudiéramos liar porque, yo que me vuelvo niña entre niños, me incluyo en esa especie de "desastre natural" que es armar el Belén.

Sólo decir que entre el despliegue de bolas de navidad de colores, porque mi árbol es de colores como los de antes. Nada de árboles minimalistas monocromáticos, paliduchos y tristes. ¡NO! Mi árbol es como el de Micky Mouse de toda la vida, aquel en el que las pequeñas ardillas correteaban y se reflejaban en mil colores. De hecho conservamos los mismos adornos desde....mmmmmm....a ver cuantos tengo....taitantooosss más los tres de mi hermana Anabel....mmmm....!un porte de años!, como dirían en Fuentes. La única diferencia con el árbol de mi niñez es que no teníamos árbol, adornábamos la maceta más grande del patio de mi abuela Julia. Unos años le tocaba a la palmera, otros al ficus, otros la costilla de adán....daba lo mismo, todas tenían derecho a vestirse de gala.

Bueno, volviendo al tema, que mi sobrino y yo la liamos parda el jueves, el viernes y el sábado. Adornos por el suelo, cajas por las mesas, villancicos de fondo, que por supuesto cantábamos para desgracia de los vecinos. Pero la ilusión y las risas que compartimos hizo que mereciera la pena el cansancio de ambos. Y las risas de mi Alejandro viéndonos a los dos parodiándole los villancicos...Ains, que buenos ratos he pasado este puentecito.

Por supuesto, el domingo tuve que volver a desmontar el árbol y el Nacimiento porque el metro diez de mi sobrino Fernando provocó que todos los adornos del árbol estuvieran concentrados de la mitad hacia abajo y en el Nacimiento....uf! eso es otro cantar. Colocamos el tablero, las luces, el serrín, los corchos, el río, el castillo de los Reyes, el Portal. Y le dejé las figuritas a él. Mientras hacía unas trufas para el partido Madrid-Barça que vería en casa de mi amiga Nati, mi sobrino iba colocando toooodas, y cuando digo todas, son todas las figuritas del Caminito de Belén en el mismo tramo. Venía a consultarme lleno de serrín hasta los codos y cuando iba a echarle un vistazo, me encontraba el Nacimiento convertido en la mismísima Selva Amazónica, sin nisiquiera paso para los camellos de sus majestades, los animales, que en vez de a Belén parecía que iban al Arca de Noé, el río cuajado de patos, los pastores hacinados en las calles del pueblo cual si fuera una calle de Calcuta. El domingo fue un día muy duro. Volver a descomponer todo para componerlo de nuevo.

¡Uf! Por eso he tenido el lunes que he tenido, pero ¿Quién dijo que la Navidad es triste?

Por eso os propongo que el que tenga hijos o como en mi caso sobrinos, que aproveche y pase una jornada al menos "Armando el Belén". De verdad merece la pena.